Llego al punto de encuentro demoradísima, aunque hablamos tres veces antes de salir para coordinar tiempos precisos. No puedo comunicarme por celular, no está afuera, no me puse los lentes y no veo nada de noche.
Me siento culpable, ya que si no me hubiese quedado cantando Cristina Aguilera en el karaoke como una desquiciada todo ahora sería diferente y estaría pidiendo una segunda copa o retocándome el rimmel en el baño, pero ya no puedo hacer nada y barajo la posibilidad de arrojarme bajo el próximo tren. Antes de eso y en un acto de valentía decido entrar al bar sola y buscarlo en la barra, pero tampoco: sólo hay dos hombres con remeras raras y un puñado de chicas que miran hacia todos lados.
Abatida, me dispongo a retirarme, prometiendo por el bien de mi desarrollo social borrar para siempre el VanBasco´s de mi pc, pero de pronto disipo una mesa y un haz de luz que destaca, apenas, el contorno de un sujeto de belleza devastadora. Me hubiera quedado horas escondida atrás de una columna espiándolo como a un Manet, pero me ve, me llama y me sonríe. A pesar de la media hora tarde.
Me siento culpable, ya que si no me hubiese quedado cantando Cristina Aguilera en el karaoke como una desquiciada todo ahora sería diferente y estaría pidiendo una segunda copa o retocándome el rimmel en el baño, pero ya no puedo hacer nada y barajo la posibilidad de arrojarme bajo el próximo tren. Antes de eso y en un acto de valentía decido entrar al bar sola y buscarlo en la barra, pero tampoco: sólo hay dos hombres con remeras raras y un puñado de chicas que miran hacia todos lados.
Abatida, me dispongo a retirarme, prometiendo por el bien de mi desarrollo social borrar para siempre el VanBasco´s de mi pc, pero de pronto disipo una mesa y un haz de luz que destaca, apenas, el contorno de un sujeto de belleza devastadora. Me hubiera quedado horas escondida atrás de una columna espiándolo como a un Manet, pero me ve, me llama y me sonríe. A pesar de la media hora tarde.