Llegué a la oficina y, pasada ya media hora, me sorprendí de que todo estuviera tan tranquilo. Ayer (tardísimo) me fui con esa sensacion de culpa que sobreviene cuando quedaron muchas cosas por hacer, y hoy cuando llegúe me abalance sobre el escritorio, prendí la compu y... nada. Una paz extraña.
Me reproché ser tan autoexigente y recordé objetivos como relajarme más, disfrutar los momentos de ocio y lidiar con la ansiedad que me genera no tener nada para hacer. Me felicité por haber razonado todo esto último yo sola y concluí que al final no estuvo tan mal suspender terapia, ya que me sentía sólida y hasta un poco sabia.
Y después me di cuenta de que todavía no había abierto el Outlook.
6 comments:
ufffffffff, tranquila querida. EL TRABAJO DIGNIFICA AL HOMBRE jajaja :)
pd: yo soy una desempleada y sabelo que apesta
genia atroz
El Outlook es la representación máxima y más perfecta de la explotación de los trabajadores.
Faaaa, qué haces comunista. Pero es cierto. Apesta.
¿Qué es un outlook? ¿Lo que uno se pone para salir?
posta, a veces sueño que se me viene un sobrecito amarillo encima y me ataca.
jajaja que buan anecdot, ahoora, una pregunta, una vez que caiste en lo que no habias hecho, es como cuando suena el despertador a la mañana no??
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